PERCEPCIÓN ESPACIAL Y TEMPORAL, ORDENACIÓN, SECUENCIACIÓN, DISTANCIA Y TRAZADOS EN NIÑOS DE 5-6 AÑOS
LA EDUCACIÓN FÍSICA EN EDUCACIÓN INFANTIL: PERCEPCIÓN ESPACIAL Y TEMPORAL
La educación
física busca el desarrollo armónico del cuerpo como instrumento para alcanzar
la madurez humana, la armonía, un autoconcepto positivo y una razonable
autoestima. Es, también, un ámbito adecuado para el cultivo y desarrollo de
actitudes positivas y de valores individuales y sociales de gran entidad. Son
diversos los trabajos que afirman que la práctica de la actividad física
potencia positivamente el desarrollo de la empatía, tolerancia, autoconfianza,
motivación intrínseca o autoestima (Arufe, 2020). Esto hace que “educadores e
investigadores están convencidos de que en ninguna otra etapa de la vida es tan
importante la educación física como en los años de educación infantil” (Barcala
et al., 2016, p.102).
La educación física se trabaja en la etapa de Educación Infantil desde distintos contenidos, que son los que se recogen en el esquema:
Fuente: elaboración propia con base en datos Arufe (2020).
En el desarrollo de las sesiones que abordamos en el blog nos vamos a centrar en la percepción espaciotemporal, cuyo contenido está incluido dentro de las capacidades perceptivo motrices.
Fuente: elaboración propia con base en datos Arufe (2020).
IMPORTANCIA DEL DESARROLLO DE LA PERCEPCIÓN ESPACIAL Y TEMPORAL
Las
capacidades perceptivo motrices se dividen en tres grandes bloques, que son la
corporalidad, la espacialidad y la temporalidad. La corporalidad se encarga del
dominio y conocimiento del cuerpo en relación consigo mismo. La espacialidad y
la temporalidad se refieren al desarrollo de la corporalidad en relación con el
tiempo y al espacio.
De la intersección de cada posible par, o de las tres en su conjunto, nacen otra serie de capacidades:
Trabajando la
temporalidad y la espacialidad, además de mejorar las percepciones del espacio
y del tiempo, preparamos también el camino para el dominio de estas otras
capacidades, dependientes de ellas, e igualmente fundamentales en el desarrollo
motriz de los niños.
Las relaciones
que se producen entre la percepción del espacio y del tiempo son básicas para
regular el conocimiento del entorno en el niño, pues le permite dirigirse con
éxito hacia el logro de un determinado objetivo (Barcala et al., 2016) aumentando
así su autonomía.
Un desarrollo
incorrecto de la espacialidad puede llevar a problemas de aprendizaje,
dificultades de razonamiento y alteraciones en la conducta (Gómez, 2012). La
escritura y la posición de los grafemas, su correcta lectura, la ordenación de
números y la aritmética son elementos del aprendizaje condicionados por el
desarrollo de la estructuración espaciotemporal en el niño (Rivilla, 2019).
También el
desarrollo de la capacidad de orientación espacial mejora aspectos importante
de la práctica deportiva en edad escolar como la velocidad de ejecución, la
coordinación dinámico general o la capacidad para anticipar la dirección y
orientación de otros compañeros en movimiento (Badau et al., 2010, citado en
Barcala et al., 2016)
CONCEPTO DE PERCEPCIÓN ESPACIAL
La percepción
espacial se define como la toma de conciencia del sujeto de su situación y de
sus posibles situaciones en el espacio que lo rodea, así como de los objetos
que en él se encuentran (Wallon, 1984, citado en Barcala et al., 2016). Para dominar
la percepción espacial es necesario que se produzca la separación entre el yo y
el mundo que lo rodea.
La
espacialidad se alcanza a través de la organización espacial, que es el
producto de la orientación espacial, la estructuración espacial y sus
relaciones espaciales, y constituye el pilar que posibilita sus movimientos en
el espacio. En Educación Infantil se desarrolla la etapa del
espacio perceptivo, en la que las percepciones y el control del cuerpo evolucionan
a través de la educación sensorial, y por tanto, van ligados a las exploraciones
y a las acciones concretas, teniendo siempre como punto de referencia al propio
sujeto. Al final de la etapa, entre los 5 y 6 años, la localización egocéntrica,
característica de los primeros años, va evolucionando hacia una localización
objetiva, consiguiendo discriminar el espacio que ocupa en un determinado
entorno del que ocupan los objetos que el entorno alberga (Latorre y López,
2009, citado en Barcala et al. 2016). Para alcanzar el espacio representativo
(a partir de los 7 u 8 años), en que el niño logra desligar el espacio de las
acciones concretas, interiorizándolo, es necesario que desde la educación
infantil se ofrezca a los niños una gama amplia de situaciones que favorezcan
la exploración del entorno y de la relación de nuestro cuerpo con él (Pastor et
al., (2015).
La orientación
espacial es la capacidad para mantener en constante localización el propio
cuerpo, tanto en función de la posición de los objetos, así como para
posicionar esos objetos en función de la propia posición (Conde y Vicinana,
2001, citado en Gómez,2012). La orientación espacial es una habilidad ligada al
espacio perceptivo y a las relaciones topológicas.
Las relaciones
topológicas son relaciones cualitativas elementales entre objetos y sujetos,
comienzan sobre el segundo año de vida y perduran aproximadamente hasta los
cinco o seis. Incluye las relaciones de orientación (arriba-abajo, alto-bajo, delante-detrás…) distancia (lejos-cerca, junto-separado), situación
(dentro-fuera, encima-debajo…)
orden y sucesión (ordenar objetos según cualidades como forma, color, tamaño,
peso).
La
estructuración espacial es la capacidad para orientar o situar objetos y
sujetos, sin tomar el propio cuerpo como sistema de referencia (Barcala et al.,
2016). Se encuentra ligada al espacio representativo y a las relaciones
proyectivas y euclidianas. La estructuración espacial se apoya en la orientación
y es posterior a ella. Entre los seis y los nueve años, aparece el espacio
representativo, que incorpora las nociones de perspectiva y proyección entre
distintos objetos y figuras entre sí. Las nociones simples se consolidan sobre
los 6-7 años y las complejas sobre los 10-12 años.
En la etapa
comprendida entre los 5 y los 6 años el niño será capaz de mejorar las
relaciones espaciales, incrementando la comprensión que posee de la ordenación
de los objetos que lo rodean, así como de las distancias que los separan (Conde
y Viciana, 1977, citado en Barcala et al., 2016).
CONCEPTO DE PERCEPCIÓN TEMPORAL
La percepción
temporal consiste fundamentalmente en tomar conciencia de los hechos sucesivos
como distintas unidades (Barcala et al., 2016). El tiempo en sí mismo no es
perceptible directamente por los sentidos, únicamente se percibe a través del
movimiento: sucesión de sus acciones, velocidad con la que la realiza, etc.
Además, se caracteriza por ser un fenómeno subjetivo, cargado de afectividad y
asociados, sobre todo, a las necesidades biológicas.
La percepción
temporal va unida a la percepción especial, pues los movimientos se dan
necesariamente en un tiempo determinado y las informaciones espaciales
posibilitan la información temporal. Primero se perciben los espacios y después
se va estructurando el concepto simbólico de tiempo.
La
materialización del tiempo, al no ser tangible ni visible, se obtiene asociando
diferentes elementos (orden, duración, velocidad…) al movimiento del niño.
El término de
percepción temporal está compuesto por varios conceptos, que son la
estructuración, orientación y organización temporal.
La estructuración temporal se define como la conciencia y vivencia de las acciones motrices en relación con el tiempo, y permite situar hechos, objetos o pensamientos dentro de una serie sucesiva (Barcala et al., 2016).
El orden es la vertiente cualitativa de la estructuración temporal y se define como la distribución sucesiva de los hechos y situaciones que tienen lugar a lo largo de un periodo de tiempo, es decir, la secuenciación de los hechos. Para que la percepción del orden sea posible, se necesita una distancia mínima separadora de dos estímulos sucesivos para que estos sean percibidos aisladamente, y así poder manejar los conceptos de antes y después.
La duración es la vertiente cuantitativa de
la estructuración temporal y se define como la toma de conciencia del intervalo
que separa el principio y el fin de un acontecimiento. Es la medida del tiempo
físico que separa dos puntos de referencia.
La orientación
temporal es la habilidad necesaria para orientarse en una dirección determinada
del tiempo recurriendo a nociones temporales como día/noche; ayer/hoy, etc.
La
organización temporal se define como la estructuración temporal de varias
secuencias de movimientos, representada por el ritmo.
A los 4-5
años el niño solo logra evaluar las duraciones y las velocidades refiriéndose
al tiempo intuitivo, desde sus propias sensaciones, estando unida la evolución
de la percepción temporal a la percepción espacial (por ejemplo, la duración es
la distancia de un desplazamiento, la variable corto se confunde con la de rápido)
(Barcala et al., 2016). Es a partir de los cinco años cuando empieza a ser
capaz de comprender las relaciones temporales básicas y las nociones de
velocidad (lento/rápido), y al
finalizar el segundo ciclo de infantil es capaz de reconocer y establecer
aspectos básicos sobre la duración de una determinada acción.
TRABAJO DE LA PERCEPCIÓN ESPACIO TEMPORAL A LOS 5 Y 6 AÑOS, DESDE LA ORDENACIÓN, SECUENCIACIÓN, DISTANCIA Y TRAZADO
En las sesiones
que vamos a desarrollar en el blog, nos vamos a centrar en el trabajo de la
espacialidad desde los conceptos de distancias, trazados y ordenación,
relacionados con las relaciones topológicas y la orientación espacial,
características de la etapa educativa de infantil, centrándonos en los 5-6 años.
Para ellos vamos a buscar enfocar las sesiones hacia la representación
espacial mediante actividades globales que impliquen el cálculo de distancias,
itinerarios, ejercicios de situación, desde los que alcanzar el afianzamiento
de nociones espaciales de ordenación (primero,
segundo, tercero, último, al principio, al final, en medio, siguiente,
anterior, posterior), el desarrollo de trayectorias y la interpretación de
planos, mapas, croquis.
La percepción
temporal la vamos a tratar igualmente para el grupo de edad de entre 5 y 6
años. Se va a hacer desde el trabajo
de la estructuración temporal, y en concreto mediante el orden de lo que el
niño hace, de modo que desarrolle su manejo en la secuenciación de los hechos. El objetivo es conseguir la interiorización de
las nociones temporales como antes y después, series ordenadas y momento justo.
Dado que el niño desarrolla la temporalidad a través de la acción motriz, se
hará mediante experiencias dinámicas de relaciones con el tiempo.
En las
propuestas de sesiones se ha buscado que la organización de espacios y
materiales permitan a los niños implicarse en las conductas motrices concretas
que respondan a los objetivos planteados de percepción espacial y temporal,
siendo el mismo cuerpo del niño el principal recurso, ya que es el que le
permite experimentar sus vivencias, fundamental en la educación infantil. El
niño es el centro de atención del proceso educativo, utilizando para ello
métodos basados en la acción y la experimentación, con el juego y la
interacción motriz entre los compañeros como el principal recurso didáctico.
El uso de
elementos lúdicos es la forma más natural de aprender. Además, contribuye al desarrollo
social y afectivo de la personalidad y fomenta la adquisición de actitudes,
valores y normas, siendo el medio ideal para la adquisición de habilidades
corporales, entre ellas las de orientación espacial y temporal (Barcala et al.,
2016). Los juegos que trabajan lo espaciotemporal lo hacen desde el uso de
espacios y trayectorias que permitirán desarrollar representaciones mentales,
así como desde el desarrollo de la duración de los movimientos, una
organización de los segmentos, el ritmo y la propia coordinación de movimientos
(Barcala et al., 2016)
El
planteamiento de las sesiones se ha preparado en función de los objetivos de
desarrollo espaciotemporal, y mediante actividades precisas que buscan
adaptarse a la edad del niño, para que las actividades ni sean muy complejas,
ni excesivamente sencillas para su nivel. Pero siempre teniendo en cuenta la
necesidad en la práctica de observar, y orientar, sin olvidar la flexibilidad
necesaria para incorporar o modificar las situaciones de aprendizaje, según la evolución
de la intervención.
BIBLIOGRAFÍA:
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el trabajo de Educación Física en Educación Infantil?. Retos, 37, (588-596). https://recyt.fecyt.es/index.php/retos/article/view/74177/45764
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Rivilla, I. (2019). Didáctica de la Educación Física en Educación Infantil y Primaria. Unir Editorial.